lunes, 12 de noviembre de 2007

Cuando se nos caen las alas del corazón…

No se trata de mi último evento en el amor, aunque aseguro que ha trascendido en mi vida no me veo escribiendo sobre ese tema. Tampoco lo voy a negar, he creído sentirme en oportunidades con el corazón roto gracias a despedidas sentimentales o por frases que fusilan a un cariño. Es usual utilizar esta expresión como hipérbole o metáfora asociada a la idea de que podemos morir de pena o de tristeza, tal como lo hemos visto en novelas o escuchado en canciones. El tema nace de una nueva sugerencia que no es casual y que en esta oportunidad, atraído por el toque poético que encierra su nombre y por mi experiencia, me avoqué a la lectura y desarrollo del Síndrome del Corazón Roto (Broken Heart Syndrome).

Sé que cada uno de mis lectores, hasta el más silente y distanciado, ha pensado y sentido que en algún momento, por alguna pérdida inesperada, le han dejado su corazón en pedazos; sé que hay probablemente dentro de este universo, selectas personas que pueden haberlo experimentado porque es una condición que se puede manifestar luego de un momento intenso de estrés emocional donde el afectado, al sufrir el “choque”, llega a desarrollar un fuerte dolor de pecho y una dificultad respiratoria; síntomas que simulan a un ataque al corazón.

Según cardiólogos especialistas, ese estrés, eleva significativamente los niveles de adrenalina en la sangre causando un adormecimiento en los músculos del corazón haciendo que éste pierda parcialmente su capacidad de contracción. Un corazón normal llega a contraerse en un 65% de su estructura para realizar el bombeo de la sangre y quien llegue a sufrir de este síndrome podrá ver reducidos a un 15 o 20% tal contracción acumulándose la sangre en los pulmones y haciéndose sentir el problema respiratorio así como el consecuente dolor en el pecho.

Es una enfermedad que materializa la conexión de nuestro profundo sentimiento con el corazón, es la unión de lo emocional con lo fisiológico mediante un proceso bastante complejo en donde nuestro metabolismo evidentemente alterado segrega una serie de sustancias químicas que especialistas de la medicina han descubierto y medido para determinar que son ellas las que producen el espasmo de las arterias coronarias; es una suerte de efecto tóxico en el músculo cardíaco cuyo resultado es su disfunción temporal.

En medicina se le conoce como “Cardiomiopatía por Estrés” donde afortunadamente, al contrario que en los ataques al corazón, el “Síndrome del Corazón Roto” es reversible si se diagnostica en fase temprana. Los pacientes son hospitalizados y se recuperan en cuestión de días, sin sufrir daños permanentes en su corazón. Una vez que se logra estabilizar al paciente, la mejor ayuda consiste en buscar especialistas en salud mental con experiencia en traumas emocionales y específicamente en el tratamiento de la angustia.

La angustia es un trauma subjetivo emocional y no una condición médica, por lo que no existe un tratamiento convencional. Dependiendo de la naturaleza psicológica del paciente y la severidad del trauma, el tiempo para desaparecer los síntomas varía pues el tiempo de recuperación puede extenderse de 6 a 18 meses. Definitivamente una buena noticia para Alejandro Sanz quien busca a la que le cure el corazón partío, no obstante el mejor tratamiento para sanar un corazón roto es el tiempo, o lo que tarde en aceptar la pérdida.

No hay que descuidarse, una de cada diez personas lo padece y en oportunidades puede causar la muerte. Gracias a estudios elaborados por mi hermana Zhair, en la familia Marrero hubo un caso que muy seguramente se le puede atribuir este síndrome: nuestra bisabuela paterna una vez recibida la noticia del fallecimiento de su esposo de nombre Francisco Marrero, murió de tristeza y así reza en nuestro árbol genealógico que a Doña Teresa Fariñe viuda de Marrero “se le cayeron las alas de su corazón”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

J.C. estoy de acuerdo contigo en que TODOS hemos sentido en algún momento que alguien nos ha roto el corazón, al igual que nosotros le hemos roto el corazón a alguien, queriendo o no.

Pienso que el punto es tratar de no depender de la persona que está a nuestro lado en un 100% como pasa, muchas veces, cuando nos enamoramos desde y con el corazón. Es ahí donde dejamos de SER, proyectándonos en esa otra persona y perdiendo nuestra propia identidad.

Dicen que el que no ha sufrido por amor no ha amado y en nuestra sociedad sufrir por amor es romántico. De hecho historias como la que cuentas de tu bisabuela lo son, aunque creo que se da mas en parejas que han estado juntas por muchísimos años y realmente se convierten en uno solo.

Soy de las que pienso que, una vez rota una relación, lo primero es admitir que esa etapa llegó a su fin, que el pasado NO volverá y que hubo una época en la que vivimos sin aquello, sin esa persona y que PODEMOS volver a hacerlo.
Debemos elegir dejar de sufrir y poner de nuestra parte por conseguirlo. Hay que cerrar ciclos y seguir hacia adelante.

Se que la teoría es mucho más fácil que la práctica, sin embargo, por experiencia personal se que se PUEDE y vale la pena intentarlo.

Por último estoy también de acuerdo contigo en que el tiempo es la mejor medicina y debemos tener presente, también, que cuando una puerta se nos cierra muchas otras se abren. Sólo debemos estar listos y permitir que lo hagan...

Anónimo dijo...

Somos un mar de emociones, el cuerpo humano suele reaccionar de diferentes maneras a los estímulos que recibimos; hasta las defensas de nuestro cuerpo se pueden ver alteradas negativamente por el desánimo y la tristeza, somos más vulnerables y dejamos que libremente virus y bacterias entren en nuestro cuerpo causando enfermedades graves. Si la tristeza nos invade debemos actuar rápido porque no sólo es el corazón el que sufre sino también cualquier órgano, incluso nuestro cerebro.

Es cierto, quién no ha sentido un vacío en el pecho, un corazón que se fractura a consecuencia de la pérdida de un familiar o de un gran amor ya sea por motivos accidentales que no comprendemos o por un desengaño, o una traición.

Todos los que deciden convivir con otros, sentir en pareja, querer como Dios manda se
arriesga a que le destrocen el corazón tarde o temprano; y ni hablar cuando el corazón sufre recurrentemente rupturas porque decides afrontar y lanzarte a oportunidades que a la final te llevan al mismo resultado: un final nada feliz; justamente es llegar a este nivel lo que me preocupa porque el corazón termina debilitándose y se marchita, los pedazos ya no se pueden unir, aquí es cuando el corazón se cansa y pierde las ganas de abrirse a nuevas ilusiones, se pone de acuerdo con la mente decidiendo no continuar porque el desgaste llegó a su máxima expresión. Sin embargo, y a pesar que no lo he vivido, pienso que el dolor que puede provocar una ruptura amorosa no se compara con el sufrimiento que conlleva el perder físicamente a un ser querido.

La clave no la tengo, quizás se trata de no aferrarse y coincido con la persona que dio su opinión, lo mejor es pasar la página, el tiempo lo cura todo y el olvido es la receta perfecta en los temas del corazón; pero para ello debemos dejar los recuerdos en el pasado, incluso los buenos. De valientes es vivir el presente y dejar que el futuro llegue, al pasado hay que castigarlo y que mejor castigo que el olvido. Hay que mantener el espíritu ante los desencantos y ver las derrotas no como un fin sino como un comienzo, al final las rupturas amorosas generalmente son promovidas por nosotros mismos, son voluntarias aún cuando conocemos las secuelas.

Yo no considero que mi corazón se haya fracturado del todo, pero de que está cubierto de fisuras está…..algunas de ellas tienen su origen en las penas ajenas porque aunque no sean mías soy demasiado sentimental y lo malo que sucede alrededor mío me afecta y me pone el corazón arrugadito.

Si bien en la práctica no es nada fácil, hay que aprender de las rupturas, aprender a soportar, porque el mundo no se detiene, porque la vida vale y porque siempre existirá alguien que nos espera y nos necesita. Estas experiencias nada gratas nos hacen más fuertes.

El caso de tu bisabuela es lo que suele suceder a las parejas que han logrado mantenerse estables por mucho tiempo, seguramente fueron años y años los que estuvieron juntos, llegaron a viejitos y si Dios decidió llevárselo no me extraña para nada que

Anónimo dijo...

Excelente cierre cuchito!!!

Anónimo dijo...

Realmente lo que se nos parte no es el corazón, el corazón como bien dices, siente la pérdida, y su latido crece o decrece dependiendo de lo que sentimos, pero es más bonito y poético decir que tienes el corazón partio, que se murio de tristeza, etc.

El corazón late con la tristeza, late con la alegría, unas veces más lento y otras veces más rapido.

Lo que se nos parte es la energía que le dimos al amor, a la entrega al ser querido, el amor, los sentimientos, a los años juntos, a mi desventura de quedarme sola.

"Se nos va el Alma", si, el tiempo lo cura todo, pero en el fondo la remembranza continua, y los anclajes de el perfume, el amanecer, el atardecer, un lugar, un pañuelo, una rosa, nos regresa al recuerdo.

¿Cómo curar un corazón roto? dandole espacio a ese dolor, a sentirlo sin anestesia, a meter allí en lo más profundo de nosotros, lo que se acabo, lo que se vendió, lo que se murió, lo que se me fue... al duelo de la pérdida..., por un tiempo.

Es dejar que calce en ese espacio vacío lo que aprendí, las gratitud, la reconciliación del Alma, lo bueno y lo menos bueno, y luego dejar ir.

Dejar ir, no es fácil, se necesita mucha fortaleza para dar la espalda y mirar el futuro, lo que sigue, la nueva historia, y si no puedo, entonces nada que hacer....

A nuestra bisabuela que no pudo soportar quedarse solita, que se le cerro el corazón por su unico amor de su vida...