viernes, 15 de octubre de 2010

Socializando en Facebook (Parte II)

Hace tres años y medio nació este blog, cuando tenía un poco de tiempo libre y lo dedicaba a escribir, en aquel entonces se peleaban PDVSA y ExxonMobil, momentos de turbulencia laboral que me invitaron intentar fijar mirada hacia el incierto futuro, fue allí donde sentí la necesidad de dejar plasmado en un “espacio” buena parte de mis valores, de mi forma de pensar, y de mi cotidianidad, compartirlo abiertamente con muchas personas, especialmente para con quien no puedo compartir un día a día y dejarle mi mejor mensaje. Ya para esa fecha el Facebook conseguía ser la red de socialización de mayor seguimiento de la web, y aún lo es, para inicios del mes de septiembre próximo pasado se contabilizaron 500 millones de miembros y es la segunda página más visitada en el mundo, obviamente detrás de google.com.

Escribí sobre lo que pienso del Facebook y una de mis conclusiones o teoría, que aún mantengo, es la necesidad que tiene quien se registra como usuario en socializar (como si uno no tuviera espacio en el día para hacerlo, trabajo, familia, amigos, conocidos, en fin…), en saber lo que está haciendo el “amigo” (amigo en general) y ahora le agrego en VER al otro (otro en general), sé que quienes me leen me entienden perfectamente lo que digo porque todos ya tienen un “perfil” en Facebook.

Mencioné en aquel post que había recibido invitaciones de registrarme en el Facebook hasta de mi propia hermana, cosa que me había puesto a pensar sobre su necesidad de comunicarse, ella en su comentario alude al nacimiento de esa necesidad por sus constantes viajes de negocios que la obligan apartarse de sus seres queridos diciendo: a falta de pan, buenas son tortas. Quien se negaba a mi teoría, llegó a escribir que me “vería caer”, incluso por un genograma de la familia vaticinaron que sería inminente (genograma que aún no he visto), me dijeron de cómo me gustaba buscarle las 5 patas al gato, recibí un anónimo apoyándome a no doblegar y sumarme al facebook, a alguien le “venía de perlas”, otro anónimo comentó con profunda sinceridad su necesidad de verle la cara en una foto a quien fue importante en su vida, un viejo amigo me invitó y comentó que toda su familia estaba allí, finalmente una amiga también expuso su comentario, por cierto que esta última hoy tiene una relación de pareja con viejo amigo cuyo reencuentro fue gracias al facebook, en fin…

Pero nadie lo vio, ni siquiera yo mismo me percaté de mi necesidad, y efectivamente hay un mayor motivo para “caer” en el facebook, en mi caso particular tiene su nombre y lleva mi mismo apellido: mi hija está “atrapada en la red”, de hecho fue la primera persona a quien intencionalmente invité a ser “mi amiga”, y debo reconocer que leer eso me cayó muy bien. A la fecha ya acumulo unos 112 “amigos”, he aceptado sugerencias de amistad y me he registrado como fan del FC Barcelona (el cual tiene más seguidores que el Real Madrid, por algo será…).

Pero, debo reconocer que la experiencia ha sido muy interesante, desde diversos puntos de vista, así pues quiero empezar por mí, y en consecuencia me referiré en primera persona: de mis 112 contactos 97 son personas (5 son páginas), de las 97 he interactuado con menos de la mitad, de hecho segmenté a casi todos en una lista que denominé “conocidos sin contacto”. Si bien esto pudiera mandar al piso mi teoría de la necesidad de socialización, considero que puede no ser así, pues tal vez esas 45 o 49 amistades sí tienen la necesidad de socializar, la cosa es que no es conmigo. Hasta el momento lo único que puedo concluir es que quieren tener mi contacto para: incrementar su lista de amigos, o por curiosidad de ver mis fotos… al respecto, mi perfil señala que tengo 105 fotos, de las cuales he subido o cargado 62, el resto son fotos tomadas por otros, colgadas por amigos que sólo pueden ser vistas por sus amigos pero no por los amigos míos (creo que se entiende y entendí lo de la seguridad) pero una gran realidad es que las fotos son definitivamente un factor importante que prende la mecha de la socialización (entrar en contacto), mientras más me exponga y me muestre, más comentarios con total seguridad obtendré, donde muestre algo, donde exponga algo, donde sale la imagen de alguien o donde hay un grupo.

Hay otro elemento, que puede dar inicio a la socialización y es comunicando algo, bien sea colocando un pensamiento, lo que se está haciendo, una cita de un libro, en fin, un texto que en muchas oportunidades puede ser apoyado con un “me gusta” y sale una mano con la señal de aprobación y eventualmente pudieran comentar al respecto, pero nada como una foto y el contenido de la misma o lo que se muestra en la foto, será un disparador inmediato del comentario, la socialización estará garantizada.

Mucho más adelante seguramente escribiré respecto a mi adentrada experiencia en el facebook, con este mensaje estoy abonando la esperanza de sacar un poco de tiempo y dedicarlo a este olvidado blog.

viernes, 5 de marzo de 2010

Aprender desde el sufrimiento (Parte 1)

Recientemente fui a Maracaibo en planes de trabajo, el vuelo de retorno fue una pesadilla, no se a cuántos pies de altura el piloto maniobró bruscamente una y otra vez el avión, espero que no vivan algo similar, entre tanto mareo y malestar todo ese movimiento me hizo sentir vulnerable. No sé si se trata de que estamos en días de noticias muy movidas, se mueven tierras y aguas, se mueve un clima, se mueven tropas, se mueve un eje, se mueven amistades, se mueve la familia, se mueven destinos y corrientes políticas, se mueven vidas y con ellos se mueven sentimientos y reflexiones, si bien hay que reconocer que existe un evidente efecto mediático, que causa impacto, que nos deslumbra cuando vemos una gran cantidad de personas afectadas por movimientos involuntarios, también hay otros movimientos de efecto personal, familiar o íntimo, involuntarios también, que si bien calificarían para darle cobertura periodística, por lo increíble del accidente o por causa congénita, irremediablemente nos mueve mucho más el sentimiento y las reflexiones por afectar lo propio, donde apuntamos a Dios como queriendo llevarlo a un estrado para que rinda explicaciones que sólo Él puede darlas, pero con la gran dificultad que va del cielo a la tierra, Él está allá y nosotros acá.

Este post no es un atentado contra la religión de quien me lee, todo lo contrario, es una batalla más contra el ateísmo que busca influenciar usando como argumento “el dolor” o la expresión del dolor que es “el sufrimiento” con cuestionamientos como los que siguen: ¿como puede un Dios de amor permitir en el mundo que Él creó, cosas como la guerra, la enfermedad, el dolor y la muerte, muy especialmente cuando los afectos son reconocidos como inocentes o como no merecedores de tal destino?, ¿cómo puede un Dios de amor ser indiferente al sufrimiento humano?, ¿cómo puede un Dios de poder, ser incapaz de evitar el sufrimiento, cómo puede ser incapaz de prevenir un accidente, un cáncer o un terremoto?. Yo lo he pensado y sé que muchos de los que me leen también lo han pensado e inclusive aún lo siguen pensando por que son cuestionamientos muy razonables.

Y ante menudas y difíciles preguntas, sólo se me ocurre una menuda y difícil respuesta: Hay que tener FE en Dios, entendiéndose como FE nuestra creencia, nuestra confianza, nuestra promesa, nuestra esperanza, nuestra intención, nuestra certificación, nuestra seguridad. No pretendo entrar en la diatriba existente entre FE y Razón, ambas en todo caso son formas de convicción y de ahí pretendo construir algo trascendental. Si bien considero que no existe razón para que ocurra la muerte trágicamente en alguien inocente, sea una sola persona o sean cientos de ellas y en consecuencia pueda cuestionar a Dios por haberlo permitido, soy un convencido de que podemos obtener beneficios espirituales desde el sufrimiento que nos produce la muerte, la enfermedad o el dolor por lo propio o lo ajeno.

Yo no digo que Dios nos presente de cerca a la muerte para que de la manera más dura y dramática le saquemos un provecho, y menos cuando ésta sea atribuible a la maldad humana, es obvio que se hará presente un dolor y un sentimiento de injusticia cuando tenemos por concepto que quien se fue, sea como haya sido no se lo merecía; pero ese beneficio llegará dependiendo de nuestra óptica, de nuestra capacidad para sobreponernos a esa muerte y al dolor. Ahora bien, hay un corto (o largo) pasillo pero no menos importante por el que debemos pasar para llegar a esa etapa, ese pasillo se llama aceptación y no lo veo de otra forma sino como el respeto que debemos rendirle a Dios por la decisión que Él tomó, así nos parezca la incorrecta, así no la lleguemos a comprender. Esa aceptación, ese respeto, debe ocurrir por el bien de nosotros y por el bien de todos, el no aceptar y no respetar esas decisiones nos lleva al resentimiento.

Tratemos de interpretarlo así: algunas veces Dios permite que suframos para que aprendamos a diferenciar entre el bien y el mal, y no me estoy refiriendo a merecer el sufrimiento como resultado de nuestros pecados, eso es otra cosa, me refiero al deseo de Dios por refinar y fortalecer cierto aspecto de nuestro carácter, por refinar y fortalecer nuestra FE.

Está comprobado que el umbral del dolor en cada persona es distinto, la capacidad que tiene cada individuo para soportarlo depende directamente de la capacidad que tiene para controlarlo; de la misma manera hay que poner todo el empeño posible para relajarnos, manejar la situación y lograr el control de nuestro sufrimiento, sólo así controlaremos nuestras actitudes frente a eventos que nos desestabilizan emocionalmente.

Si nuestra vida garantizara un paseo terrenal sin contratiempos, sin dolores, sin sufrimientos, si nuestra vida estuviera totalmente protegida contra la adversidad contra el dolor y el sufrimiento, la vida no exigiría nada de nosotros, no tendrían sentido metas y responsabilidades, no existirían los desafíos.

Aunque suene discordante una vida sin dolor es imposible, es inevitable, es la realidad, ahí Dios nos está dando una lección, lamentablemente, por medio de nuestro sufrimiento, así sea indeseable porque como es obvio a nadie le gusta sufrir. Reconozco que por más que nos preparemos ante cualquier evento que genere dolor y sufrimiento la experiencia será desagradable pero podrá ser de mucha ayuda, en el sentido espiritual, pues estén seguros que Dios persigue un propósito, está en nosotros, en nuestra inteligencia emocional, apreciarlo.

A pocos días de mi cumpleaños, no dudé en escribir sobre esto, justamente luego de un post sobre la risa, y es que este blog no puede estar ajeno al movimiento, tal como eventualmente se mueve nuestra vida, bruscamente… este post es mi espaldarazo, es un abrazo, es mi mejor mensaje para un consuelo de dolor, para aceptar lo que no entendemos, para mejorar, este post va dedicado a quien no es ajeno a lo ocurrido en Haití y ahora en Chile, a quien no es ajeno a las guerras en el medio oriente, a quien es afecto a tanta desventura, a quien ha vivido y padecido movimientos definitivamente mucho más fuertes en su vida que aquellos que dio aquel avión que me retornó de Maracaibo…

sábado, 16 de enero de 2010

Feliz 2010: sonrían y hagan reír...!!!



“Si no llegaste a reír conmigo fue porque no me conociste”, así le dije a una gran amiga en ocasión a la posible escritura de mi epitafio, ella hacía referencia a mi risa y a la risa de cualquiera que comparte algún rato conmigo; hoy que escribo sobre esto pienso que es un objetivo de vida que nació conmigo, fue sembrado cuando aún no tenía conciencia de esto, no descanso hasta ver reír a quien tengo al lado, pero reír de verdad…!!!

No sé si la cosa apunta hacia la familia de mi padre o hacia la familia de mi madre, recuerdo con mucho cariño que siempre me gustó compartir con un primo hermano que me aventajaba en edad: Ramón Torres Marrero; personaje que hacía reír a quien estuviese a su lado con sus anécdotas, historias y ocurrencias, nada más oírlo llamar a mi papá como Perfecto-lete, a mi hermano como Francisco-ñazo y a su propio hijo como Yuri-nario, me hacía salir corriendo a buscar la “bombonita” que me aliviaba el asma originada por una incontrolable risa, definitivamente una persona muy especial de quien recibí sólo buenas influencias; confieso que en mi vida he visto llorar a mi padre sólo en dos oportunidades y una de ellas fue al saber la muerte de su sobrino quien en vida fue más bien un gran amigo de mi viejo.

Tampoco sé si la tradición viene por los lados de mi madre, tengo una tía (Loa), una gran mujer con quien disfrutamos mucho porque también nos hace reír con simpáticas conjugaciones verbales y juegos de palabras, creo que es hoy día uno de los tiempos favoritos de mi madre pues la hace reír hasta el llanto. Al revisar esas personas que ríen y nos hacen reír desde nuestra infancia, es inevitable recordar la risa que siempre me hará falta: la de mi abuelita Tacha, tanto a mi hermano y a mí nos encantaba hacerla reír, de hecho creo que de ella heredé esa gran sensibilidad a las cosquillas, al punto que recuerdo casi como si hubiese ocurrido ayer que mi peor pesadilla era la de ver llegar en mi profundo sueño a una figura sombría que se acercaba a mi cama para hacerme cosquillas, sencillamente porque todo ataque de risa culminaba en un ataque de asma… que risa…!

El problema de los “reilones” como yo, es que eventualmente no nos toman en serio, claro, cómo tomar en serio a un guaro que se la pasa de risa en risa, pero en fin, estoy convencido que eso es mejor que andar fingiendo un carácter que no nos pertenece; así pues con este post lo que procuro trascienda es que asumamos la vida apoyados en dos elementos propios del estado de felicidad que son la risa y la sonrisa, eso influirá directamente en nuestro sentido del humor. Al mencionar la sonrisa debo citar a Simón Díaz, él cuenta que no lo amamantaron cuando estaba chiquito porque su mamá, joven y bella, al levantarlo de la cuna, justo cuando se produce el maravilloso primer encuentro entre bebé y madre, se produce una sonrisa única y mágica que más nunca vuelve a repetirse, fue entonces cuando su mamá se dio cuenta que había nacido con dientes… esa referencia, que me dio mucha risa, me hizo pensar que la sonrisa debe ser promovida en las llamadas Maravillas del Mundo, es un gesto natural que enamora, que refleja vida, refleja estabilidad emocional y hasta abre puertas…









Cuando una persona promueve una sonrisa o hace reír a otra, esa persona comienza a agradar y el otro se empieza a sentir agradado, ahí se va formando un vínculo de confianza que de ser constantes se irá fortaleciendo. En algún momento en grupos de personas muchos de ustedes han escuchado: “en la próxima reunión no se olviden de invitar a fulanito”, “ese tipo si es pana”, es decir, la presencia del que hace reír nos genera hasta el entusiasmo de un próximo encuentro, la alegría, donde muchos pueden ver en esa persona una especie de escudo que nos aleja de los malos ratos, o lo que es lo mismo, nos garantiza el hacernos sentir bien. Quien se identifique como una persona así estará ejerciendo lo que se conoce como el Poder de la Risa, es así como hay personas que utilizan la risa y la sonrisa para generar simpatía, otros la utilizan para extender las ganas de vivir tal como lo promovió el conocido médico Patch Adams con su risoterapia, donde pacientes muy enfermos generaban el deseo de sentirse bien y curarse por algo tan sencillo como lo es la alegría y lo divertido que resulta estar vivo y vivir.

Estoy seguro que cada uno de nosotros conoce a alguna persona cercana que mal gasta su tiempo recordando a cada rato el mal momento vivido, personas que viven saboreando la hiel que les produce el egoísmo y el odio, o que no salen de una queja o una tristeza, sencillamente personas que no son felices; a ellas que han pasado por sinsabores, por momentos sombríos, por momentos desagradables, a esas personas hay que decirles que siempre hay una luz, que todo pasa, que es malo dar alojo a un mal sentimiento, que por el contrario existen buenas, gratas y trascendentales vivencias, y que de esas son las que deben aferrarse para disfrutar, para vivir con alegría, para recordar con cariño, para reír y sonreír, para compartirlos con buenos amigos o para disfrutarlos con nosotros mismos, dicen que el que ríe de sí mismo siempre tendrá diversión, y yo creo en eso, es mi otra Fe, y así es como me permito la oportunidad de hacer reír a quien tengo al lado, a quien me conoce, con el humor oportuno, con el chiste, con mi entusiasmo, con mi risa, con mi alegría, sin la necesidad de usar una nariz roja y redonda y calzar grandes zapatos … es ahí donde siempre espero estar, es ahí donde espero no fallar, y no precisamente para justificar el epitafio que ilustraba con mi amiga porque siento que aún me queda mucho camino para pulirlo, y que Dios diga amén…!

Hace tiempo leí una frase divertida, me hizo reír, pero luego me pareció genial: “Mi plan es vivir eternamente. Hasta ahora lo estoy cumpliendo perfectamente…!!!”