Pero cuando se trata de la persona no consanguínea, o de quien pretende de manera especial conquistar y hacerse un lado en aquel vulnerable músculo poblado selectivamente por los más nuestros… la situación se vuelve bien delicada, por no decir complicada, para sentirla y expresarla.
En principio es bueno aclarar e ir construyendo una definición por exclusión, un “Te amo” es una expresión sentimental de mayor valor y profundidad que un “Te quiero mucho”, dicho esto, entonces tampoco debemos confundirlo con un “Te aprecio bastante” o un “Que especial eres”. Un “Te amo” jamás debe confundirse con un “quiero que estemos siempre juntos, que seamos inseparables” y su derivación “juntos somos perfectos y todo es maravilloso” y tampoco significa “entre tu y yo todo es alegría”.
Muchas personas temen reconocerse enamorados, pero hay que divulgar que es sólo el amor el que nos invita a hacer y llevar las tareas que nos pone la vida de una manera divertida, feliz, así aprendemos y anclamos el conocimiento con mucha más fuerza; sólo el amor vence al costumbrismo que nace de la cotidianidad. Amar también es comprender los defectos nuestros y los del otro, es dormir con los ronquidos propios del cigarro o del alcohol y a la vez preocuparnos por su salud e insistir a dejarlos a un lado, es pararse de una cama justo antes de la serie favorita para preparar algo de comer y sorprender a tu pareja con cualquier cosa, es ceder el control del tv en plena serie mundial para reclamarlo luego cuando se trate de los Cardenales (así pierdan), es luchar por lo hermoso que se tiene así eventualmente hayas sentido ganas de mandar de viaje a tu pareja al mismísimo congo belga sin boleto de regreso, amar es esperar en un aeropuerto, amar y sentir amor es decir “Te amo” y esto es un acto trascendental.
En una columna de La Opinión del año 2001 llamada “Aquí entre nos” la psicóloga y terapeuta argentina, Ana Nogales, relataba que en su práctica profesional se ha encontrado con múltiples razones que limitan o inhiben a las personas a decir “Te amo” e invita a todas esas personas a realizar cuatro ejercicios: uno es recordar los momentos de la infancia donde nos expresaron amor, otro es aprender a disfrutar la experiencia de ser amados inclusive por salud mental, luego una vez reconocida la emoción del amor y su importancia pues el otro paso es brindar amor, dar amor, y finalmente, sin llegar a la necesidad de empalagar, no reservarse las palabras porque se estará reservando el alimento de la relación pudiendo dejar a la pareja posiblemente hambrienta y no satisfecha.
Textualmente la cito refiriéndose a tales inhibiciones: “Al no hablarlos no sólo no los expresamos, sino que tampoco los consideramos en nuestra vida, haciéndolos a un lado, evitando su impacto. Así, muchas personas se sienten como dormidas en sus afectos, mientras que saben que existen. Mantener los sentimientos escondidos requiere mucho gasto de energía, a tal punto que la persona se siente desgastada por semejante esfuerzo diario, sin darse cuenta de ello”.