domingo, 23 de septiembre de 2007

Un guaro que sabe cómo dirigir…!!!

Ante todo hay que definir qué es un guaro…

Guaro: dícese del oriundo del Estado Lara / nativo de Barquisimeto y poblados circunvecinos / sinónimo de larense que es el gentilicio de quien pertenece al Estado más bonito de Venezuela.

Y es que quiero referirme a Gustavo Dudamel, quien nació en “mi tierra” por el año de 1981, es decir, hace muy poco. Siendo un guarito de apenas 11 años, tomó por instrumento el violín y comenzó a realizar estudios de composición en el Conservatorio Jacinto Lara, vayan sumando porque eso da con el año 1992. En 1995 le dio por estudiar dirección hasta llegar a las manos del maestro José Antonio Abréu en 1999 cuando éste le nombra Director de la Orquesta Nacional Infantil Simón Bolívar de Venezuela, o sea, a sus 18 años… justo cuando estaba saliendo del bachillerato y pensaba en estudiar la carrera de derecho (leyes).

Varias figuras de reconocimiento mundial en dirección de orquestas, se enamoraron del proyecto que el Maestro Abréu inició hace 30 años: interesar en la música a jóvenes venezolanos, alejándolos de la delincuencia y abriendo una puerta para el escape a tantas tentaciones que la maldad pone a prueba a muchos adolescentes de escasos recursos. Un buen producto, galardonado por la UNESCO en 1993 es el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y de ahí sale el joven violinista quien se convertiría más adelante en un brillante director.

Dudamel gana en el 2004 el premio Gustav Mahler de Dirección Orquestal, dirige en ese mismo año a la Orquesta Filarmónica de Londres, a la Orquesta de Cámara Mahler, goza de poder de convocatoria al traer a Venezuela a directores de talla mundial como Simon Rattle y Claudio Abbado, dirige en el 2005 a la Orquesta Filarmónica de Israel y la Orquesta Nacional de Suecia y otras tantas en Europa. También tiene compromisos con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, la del Centro Nacional de Arte de Canadá, la de Birmingham, la de Bamberg, la Checa, la de Chicago, la de Viena, la de Nueva Cork en fin… tiene razón para decir que ya perdió la cuenta. Ni hablar de los auditorios que en el mundo han tenido la dicha de recibirlo a él y a su Orquesta, la Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Fue precisamente en el año 2005 cuando al dedo se le otorgó el premio "Anillo de Beethoven".

Ojalá todos siguiéramos los buenos ejemplos y alcanzáramos todas nuestras metas, hoy es mi especial deseo en el cumpleaños número 10 de mi hija, y para lograrlo hay que poner bastante de corazón y disciplina, que son las bases que el propio Dudamel reconoce han sido sus fortalezas y quien, no obstante a su joven fama y compromisos mundiales, vela por la continuidad del programa iniciado por su maestro Abréu y sueña con el momento que al menos la mitad de la juventud venezolana tenga educación musical para que de esta manera gane sensibilidad. Sin embargo como sucede con algunas otras figuras venezolanas, Dudamel ha sido fuertemente criticado en su tierra, pero esto es algo que suele ocurrir en personas que albergan frustraciones, envidias y rencores que este tipo de genios despiertan en algunos seguidores expresando así su intolerancia. Al respecto Dudamel ha dicho palabras importantes:

“De las grandes crisis surgen los grandes proyectos. ¿Qué es una orquesta sinfónica sino la unión de instrumentos de colores distintos? Y todos los instrumentos se unen para lograr un sonido que se vuelve ameno, apacible, hermoso. Ese es el mensaje de la orquesta. Lo nuestro, creo, se puede resolver. Lo que nos está pasando ahorita, dentro de poco se va a solucionar. Lo que tenemos que hacer es aprender a oír al otro y darnos la oportunidad. Venezuela podría ser una gran orquesta.”
Creo que hay que decir Amén…!!! Pues Dios quiera que algún día conformemos TODOS esa orquesta multicolor, unidos, compartiendo un mismo espacio, respetando y siguiendo con total libertad la partitura ante un reconocido y aclamado Director de talla mundial y se transforme nuestra ejecución en un verdadero ejemplo de motivación.

Acá les dejo un vivo ejemplo del alcance de algo que seguramente, tanto los músicos de origen muy humilde, así como su director, una vez soñaron o pensaron lejos…


martes, 18 de septiembre de 2007

En un beso… la vida…!!!

“¿Quién no lo sabe?, que nada sabe como el besar, ¿Quién no lo niega?, si es de la vida punto inicial…” así comienza una canción y es que nuestro primer beso de amor lo recibimos de nuestra mamá en el momento posterior al “alumbramiento” siendo en realidad una verdadera luz ese beso.

La foto que a la izquierda se expone fue tomada en 1950 por Robert Doisneau en París y lleva por nombre “El Beso”, mide 18 x 24,6 centímetros y fue subastada el año pasado por un total de 184.960 euros, no fue tomada por azar pues hubo una adaptación a un bistrot parisino para captar este beso cuya modelo y propietaria de un originad de aquella foto Francoise Bornet tenía la edad de 20 años, y adornó un reportaje sobre el amor y el enamoramiento en “la ciudad luz”. De ésta foto llegaron a comercializarse más de 400 mil copias.

Hombres de ciencia que han estudiado al beso, aseguran que besando se reactiva la presión sanguínea y el sistema cardiovascular ya que segregamos una dosis de adrenalina y noradrenalina, también podemos perder peso ya que con un apretón de labios nos desprendemos de 12 a 15 calorías así como de la tensión facial, el rostro mejora con los “masajes” del rostro ajeno; si su intensidad es importante podemos segregar endorfinas (llamadas hormonas de la felicidad) elevando los niveles de dopamina otorgando un estado de relax y bienestar tal como si se tratase de un sedante en cuyo caso el beso se asimila a un verdadero antidepresivo. Otro detallito que han descubierto los hombres de blanco es que en esa intensidad también se elevan los niveles de testosterona, siendo esta hormona la asociada al deseo sexual. Definitivamente un beso puede trascender.

Es tan importante el beso que investigadores han buscado en laboratorios vinculados con la industria de los alimentos, artificios que logren superar la experiencia del beso y han concluido, por ejemplo, que con saborear un chocolate, se logran superar y duplicar los latidos que produce el beso, agregan que cuando el chocolate comienza a derretirse en el paladar, el estímulo cerebral es mucho más intenso y duradero que la excitación registrada con el beso.

Culturalmente, el beso es usado como una expresión de cariño o como una forma de afecto, de ahí su relación con el sentimiento y en esa corriente de pensamiento prefiero suscribir mi nombre y es que ya sea para demostrar afecto, cariño, ternura o amor (que siempre es bienvenido), no sólo debe darse con respeto y discreción, debe ser verdaderamente sentido para darlo, y esto aplica hasta en aquel beso pícaro y cómplice, el que se da en el momento que menos se le espera, el que alcanza la comisura de los labios, el que sorprende, porque sólo así podrá llegar a ser considerado inclusive como romántico e interesante. El beso es, sin lugar a duda, fuente de inspiración.

Apoyo y creo en esa complicación maravillosa que lleva el beso y me quedo con ésta interpretación (y también con el chocolate…) pero no por y para el beneficio científico que conlleva o para realzar el significado ya que el besar en sí no esconde una mayor complejidad; es mejor valorar el beso que se da para sellar una reconciliación, el que le doy en la frente a mi hija instando a Dios que la bendiga, o aquel que sustituye la firma de una carta que te dejan atrapada en el limpia parabrisas de tu auto, o el incansable que me sigue dando mi mamá, el recuerdo de aquel que hemos dejado de recibir, el que se lanza tras la distancia y parece desaparecer en cada despedida y obviamente el apasionado que eriza. Todos son insustituibles, con identidad propia gozan de un significado y valor incomparable que ningún laboratorio o estudio científico podrá obtener y explicar de cercana manera.

Por tanto son especiales las fotos que captan un beso, la última de ellas ganó un concurso de elección libre el año pasado entre los lectores del diario La Vanguardia (diario catalán) donde el beso parece ser (y claro que lo es) una expresión de cariño hasta en los animales.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Que Dios bendiga al Rey...!!

Salud fanáticos, qué tal amigos?, el deporte… vuelve a unirnos…!!! Este homenaje comienza con un gran recuerdo a quien introducía todos sus programas “Lo Mejor de la Semana” con ésta frase, fue grato para mi escuchar de nuevo a Juan Vené el 25 de Agosto pasado, fecha histórica para el béisbol pues se retiró del vestuario de jugadores de Cincinnati el maravilloso número 13 de David Concepción.

Un humilde aragüeño, alto, casi un 1,90 de estatura, piel morena y con rostro que no esconde las raíces indígenas de los venezolanos, que nació por el año 48 y comenzó su carrera de grandes ligas en 1970 cuando aún quien les escribe ni había nacido, sin embargo creo que no me perdí los momentos estelares de quien a pesar de su estatura cubrió la posición en el campo de short stop, recordando en todas las grandes ligas a otro short stop de gran estatura como lo fue el gran “Chico” Carrasquel.

Para 1970, muchos edificios en todo el territorio de los Estados Unidos no tienen pisos con ese número y en algunos hoteles ubican en su lugar el espacio para los servicios, la superstición sobre la mala suerte que atrae el número 13 alcanzaba realidades divorciadas del sentido común, muchos equipos de varias especialidades deportivas no se atrevían a exhibir ese número en los dorsales de las camisas. Bernie Stowe quien fuera el clubhouseman de los Rojos de Cincinnati solicitó autorización a la directiva cuando David le pidió este número.

Llegó solicitando inicialmente el 11 para honrar a Luís Aparicio, pero este número estaba en la camisa de Hall McRae, su segunda opción fue el 17, para honrar al “Chico” pero estaba en poder de Ty Cline, le asignaron el 57 el cual cambió finalmente por el 13 pues su mamá, Ernestina, nació en 1913… este número le acompañó en su bendición.

En aquella fecha Sparky Anderson quien sería su manager, le preguntó a Stowe si se había confundido pues tal vez David solicitó el 30, pero la insistencia de aquel hizo que Sparky hablara con David diciéndole: “no me importa qué número utilices, puede ser el 10.000, lo único que quiero es que tomes todos los rollings que salgan por donde tú estás”; y vaya que lo hizo… 5 guantes de oro en la carrera de David dan fe de ello.

David le cambió la suerte al 13 y en Cincinnati a ese piso se le menciona como el piso de Concepción, y es que David participó nueve veces en Juego de Estrellas recibiendo en la edición de 1982 el premio del más valioso, capitán de su equipo en 1983, tiene dos anillos de serie mundial de cuatro en las que participó con la famosa maquinaria roja (la de verdad) reuniendo un total de 19 temporadas en las grandes ligas, todas ellas con los Rojos.

Luego de su retiro como pelotero en 1989, Bernie Stowe protegió su número diciendo que “no” cada vez que un pelotero lo solicitaba. Hoy es un recuerdo, presente en el Great American Ballpark (Sede de los Rojos) en la parte superior de la tribuna central.

David trascendió y hay que indicar que de 1.821 peloteros que han pasado por el equipo de los Rojos de Cincinnati, el de Venezuela es el octavo pelotero en recibir un homenaje como el presentado el 25 de Agosto pasado donde Joe Morgan (su compañero de segunda base) dijo: “es el más grande short stop que jamás he visto”.

Originalmente este post tuvo un video de youtube, pero ya que la transmisión fue realizada por la MLB (Major League Baseball) debió eliminarse de la página, no obstante en aquella grabación se dejó ver que dicho evento movió no sólo la fibra sensible del “Rey” David sino la de muchos fanáticos que tuvimos la suerte de verlo jugar. El homenaje tiene como un momento muy sentido el abrazo y las palmadas de un "viejito" de lentes vestido con chemise blanca y bermudas beige... el héroe anónimo que reservó el fabuloso número 13 a lo largo de 18 años... el guardaropa de los Rojos de Cincinnati: Bernie Stowe.