
Para entendernos y darnos a conocer un poco sobre cómo estamos comunicando esa trascendencia tenemos que empezar por hacer una autoevaluación de la presencia en nuestro ser de tres aspectos elementales que los psicólogos han identificado y relacionado con nuestro sistema nervioso central:
La vida o La muerte:
El primer aspecto que debemos atender y analizar es nuestro mensaje o qué transmitimos cuando pensamos entre la vida y la muerte. Qué sentimos y qué importancia le damos a nuestra vida: si buscamos mejorar nuestra calidad de vida, si somos poseedores de actitudes optimistas, si nos cuidamos la salud alimentándonos mejor y haciendo alguna actividad física que nos haga mantenernos en forma; qué tanto nos importa eso y qué tan identificados y dispuestos estamos para hacer y apoyar todas aquellas actividades que redundan en beneficio de la vida, chequeos médicos, búsqueda de la maternidad o paternidad, desarrollo espiritual y todo aquello que guarda relación con la vida; así como todas aquellas acciones y pensamientos que por el contrario procuran la muerte, la entrega, el desistimiento y la renuncia ante la injusticia o ante una adversidad, como por ejemplo el ver a cada momento un problema y en donde ponemos en duda el propósito de nuestra vida y nos la cuestionamos, o nuestro énfasis en el fracaso, si nos acompaña un pesimista o por el contrario un optimista, de quién somos voceros primordialmente, de la vida? O de la muerte?...
Premio y Placer o Castigo y Dolor:
Escuché que cuando alcanzamos una meta, por pequeña que sea, había que celebrarlas, tal vez no con un gran festejo, tal vez con sólo dedicárselo a Dios o a alguien, tal como apunta al cielo en cada

Verdad o Mentira:
En estos dos conceptos hay mucha más claridad, pero también puede haber mucha más oscuridad, aquí nos identificamos tal vez mucho más fácil por aquello que o se es transparente o tapamos una verdad o sencillamente decimos una mentira o inventamos una historia. En ese proceso de análisis, seamos jueces de nosotros mismos y verifiquemos el veredicto, en nosotros está la respuesta verdadera, donde podemos encontrar el auto engaño o la seguridad plena.
Este ejercicio puede costar un poco a aquellas personas que se alejan de las posiciones radicales, pero resulta interesante intentar el “auto examen” el no saber definir éstos elementos básicos en nosotros mismos reflejará la dificultar para expresar o comunicar nuestra personalidad; sin embargo en el juicio de nuestros más allegados podremos obtener un buen acercamiento pero en ésta fuente de información debemos actuar con respeto de la opinión pues probablemente alguno de ellos puede evaluarnos de manera contraria a lo que esperamos estar modelando. Así pues nuestra personalidad podrá variar en una escala donde podrán llamarnos “ángel” o “demonio”, al escribir esto, y valga la cuña, rememoro que hace años una buena amiga y ex compañera de labores (Thayde), cuando preguntaba por mí, se refería a “mi ángel” como producto de su lectura a mi comportamiento.
