
Puedo decir sin límites y con una inmensa satisfacción que he vivido y vivo en el corazón de niños que me aprecian como una figura parental referente (distinto a ser un ejemplo o un modelo) independientemente de si conocen o no, si comparten o no, con su papá biológico. Ser una figura parental referente (tío, papá, primo, abuelo) es algo que se gana, que da sentido de pertenencia y que hace sentir el orgullo de apreciar excelentes resultados justo cuando las cosas se hacen bien y provienen del corazón.

Pero también debe existir una gran amplitud de pensamiento, para niños de padres divorciados no habrá una mejor situación que aquella que sugiere ver a sus padres compartiendo en espacios comunes y cuando evidencian que no existen límites para compartir en espacios distintos con la nueva pareja; esto minimiza las apariciones del miedo, incrementa la auto confianza, la confianza con los padres y con terceros, fluyendo con efectividad cualquier intención que propenda aplicar un correctivo. Generalmente, por inseguridades y falsos temores no siempre la ex pareja logra el necesario, indispensable y sano entendimiento; según la pedagoga argentina Nora Rodríguez muchos núcleos familiares se niegan a reconocer que el “desmembramiento familiar” (en cualquiera de sus figuras) provoca problemas en los niños pues hay un cambio de su realidad y la nueva realidad se inicia a partir del duelo por esa pérdida (trastornos producidos por la padrectomía); “el niño es el elemento más débil en todo el proceso de desmembramiento” asegura la pedagoga, y es insospechablemente peligroso cuando se le utiliza para el beneficio de uno y no de todos.
Pero esta tarea puede resultar mucho más sencilla cuando el niño desconoce a sus padres. Para sorpresa de muchos, inclusive para quien les escribe, esta pedagoga asegura, en su libro

Ser padres, en su definición moderna, implica una condición de intercambio constante en tiempo y espacio, esto puede reconocer la existencia de padres temporales, pero implica también el construir junto con el hijo o hija, lazos afectivos duraderos en ambas direcciones, y lo mejor de todo es que también implica una escogencia y reconocimiento del menor como la figura parental significativa basada en un apego emocional en constante desarrollo y no necesariamente por ser los progenitores.
Al verificar el anterior concepto, necesariamente debo hacer una referencia para expresar mi palabra más sentida por el deseo de éxito a todas aquellas parejas que escogen ser padres en adopción, evento sublime donde la voluntad trasciende lo biológico, en donde “el deseo de hijo” rompe cadenas consanguíneas y se convierte en el acto de elección más grande en relación al bebé que ninguna otra pareja haya podido hacer por él.
"Alguien una vez me invitó a soñar mis mejores deseos para mi hija y los hijos e hijas de mis amigos. Luego me dijo que invitara a todos esos amigos a soñar lo mismo, porque lo que sueñan muchos, inspirados por un amor puro.., pronto se hace realidad" (anónimo).
A Aitor y Aurea con toda mi admiración
desde este rincón del planeta...