
Creo en la familia y luego de mi divorcio creo más. La familia lo es todo. Quítenme lo que quieran pero no otra vez a mi familia (la que vinimos a formar), hoy se circunscribe a mi hija, como todos, también formo parte de una gran familia: la que componen mis padres y mis hermanos, principales voces que entonan nuestro cumpleaños durante largo tiempo. Con el papá que abre el baile con su quinceañera hija, ese mismo que la lleva de su brazo al altar y con la mamá que acompaña al hijo en su espera, con la presencia de los abuelos en el alumbramiento de sus nietos así ocurra hasta en lejanas latitudes. En esa gran familia se abre un lógico espacio a nuestra pareja, es la voz que se une al coro y vaya empatía la que debe haber porque cuando nos enamoramos y sellamos esa unión, a la vez lo hacemos con la otra familia, y ese tránsito ha de ser de doble vía.
Hace un tiempo, recuerdo que recibí y envié un email cadena en donde un representante de la iglesia católica, cuyo trabajo y aporte es incansable y altamente valioso, mencionaba que a la familia no había que cuidarla, que había que cuidar era a la pareja por aquello que uno jamás le pone a su familia el antetítulo “ex” ya que no salen de nuestras vidas, así entonces en el email se lee que nunca llamaremos a nuestros “ex” hermanos o mi “ex” papá tal como si se tratara de nuestra “ex” pareja. Con todo respeto, estoy muy de acuerdo con cuidar a nuestra pareja pero también a nuestra gran familia porque sin ellos nos quedamos verdaderamente solos.
Hoy por razones profesionales mi gran familia está un tanto dispersa salvo mi hija a quien llevo frecuentemente al colegio, un hermano ingeniero gerenciando un proyecto apartado al oriente de esta tierra, una hermana consultora atendiendo sus casos en el oriente y occidente del país y hasta fuera de nuestras fronteras, y mis padres viviendo en sus olvidadizos y confusos pero tranquilos días esperando siempre con alegría la llamada de alguno de nosotros. De mi hermano y de mi hermana agradezco haberme obsequiado el placer de compartir con una buena y también ocupada cuñada, magallanera pero que sé me quiere mucho y un cuñado que me respeta y me aprecia; y por supuesto, de esas uniones tres sobrinos que también quiero un montón.
Y aún cada quien en su mundo, converge un subconjunto de familias en una sola muy grande, con sus alegrías y sus tristezas como muchísimas familias, en el hogar de los padres o en el que toque llegar, o en el accidente de la autopista, o en la misa de la abuela, o en la preocupación por nuestro bienestar, o en la sala de una clínica, o en el estadio universitario, o sencillamente en un grato recuerdo. La familia siempre estará ahí en todo momento bueno o malo con nosotros y quedará de nuestra pareja incluirse y sentirla suya como nosotros en la de ellos.
En estos días podemos reconocer la presencia de problemas, sentir divisiones, tensiones y un clima que no rinda favores a la armonía, pero el tiempo no se detiene, de hecho mañana llega Diciembre del 2007, en donde se encendió una cruz y con ella mis deseos para que cada uno ponga su grano de arena en estas fechas y en familia alcanzar una navidad espléndida, con alegría; donde el hijo baile unas gaitas o un pasodoble con su madre y con su suegra, donde la hija abrace fuerte a su papá y abra un regalo especial, donde unos novios o una pareja renueven un amor, donde todos aportemos a un país, en donde un par de viejos ofrezcan al mundo un testimonio de 50 años, donde lo malo se deje a un lado para uno seguir su camino, donde espero para todos quienes me leen, aquí y allá, tengan amplitud de espíritu y den puerta franca a todas las buenas intenciones, donde le pido a Dios materialice en sus botas de navidad todos sus profundos deseos y las colme de sentidos valores y donde también abrigo la esperanza de que coloque en mi bota ese punto inicial, ese chispazo, esa bendición, para con mi hija formar nuevamente una familia…!!!
Amén!