Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones donde no se llega a ningún lado, donde nos desgastamos a ratos en discusiones estériles que se pasean hasta varias veces por el mismo punto y no alcanzamos entendimiento alguno sino que obtenemos más distancias y diferencias, y peor se trata cuando esto sucede con quien menos se merece alcanzar un disgusto, y me refiero obviamente a hermanos, parejas, amistades, compañeros de equipo de trabajo o de juego, padres y hasta ex parejas por qué no.
Al sólo pensar en esto vienen a mi memoria varios correos que refieren a ir cerrando círculos, quemando etapas y superando momentos, entiendo que la práctica no es fácil, tanto por experiencia propia como por la ajena. Soy de los que piensa que si bien podemos aprender mucho de nuestras vivencias pues también podemos construir mucho con las del vecino, y esto no sólo aplica en nuestro ámbito personal o familiar, también engloba a un país, a una gerencia, a una empresa, a un gobierno…
Ha rodado mucha letra al respecto, y tal vez poco se hace énfasis a un punto de partida o un mensaje clave; a mi juicio para lograr el entendimiento, una verdadera madurez, y en favor de nuestras mejores relaciones debemos comenzar por poner en práctica e internalizar el “colocarse en los zapatos del otro”, o lo que es lo mismo, ubicarnos en la posición de quien tenemos a un lado, en frente, en fin, sea cual sea la circunstancia, entender al otro; es la aplicación de lo que muchos especialistas denominan “inteligencia emocional”.
Y quiero explicarme bien, no se trata de alterar nuestra opinión, nuestros puntos de vista, no necesariamente significa la renuncia a nuestros principios, pero sí muy seguramente podremos mejorarle el enfoque de manera tal que incluya, que entienda y que hasta pueda anticipar, el punto de vista que estamos o que nos está cuestionando, ahí estaremos expresándonos mejor y consiguiendo, sin imposiciones, que el otro comprenda y maneje también la situación, sin lugar a duda todo esto va a redundar en nuestra propia satisfacción y dichosamente nos sentiremos felices con nosotros mismos, obtendremos lo que se conoce como una “victoria interna”.
Nada logramos, nada conseguimos enfocándonos muy orgullosamente con un solo punto de vista, el efecto que se va a lograr es diametralmente opuesto porque entonces nace un enfrentamiento, una discusión, de esas acalorantes que concluyen en una molestia, una incomodidad, un roce y hasta una ruptura; donde se pierde mucho y donde poco se gana Sé que muchos dirán: …pregúntamelo a mí…!!! y debo decir que el error no sólo ha estado del otro lado, éste es generalmente compartido.
Y ojo, no se trata de dejar de sentir orgullo por lo que pensamos, se trata de entender primero al otro (para eso hay que “escuchar”, que es muy distinto a “oír”) así lleguemos a sentir que sus palabras o acciones nos agreden, nos insulten, nos irrespeten y pretendan restarnos valor. Al entender primero al otro prepararemos mejor nuestra opinión, nuestra respuesta y la base de nuestro comportamiento, dominaremos el escenario, manejaremos mejor la situación. Así, el orgullo propio estará bien alimentado e inclusive el éxito ganado podrá incluir un reconocimiento y respeto que nos distinga como personas de buen o amplio juicio.
Esto es en dos palabras sentido común, es pensar en diversas posiciones y consensuar, no es doblegar, no es ponernos rígidos, es usar nuestra inteligencia a favor de todos, es tomar altura sin llegar a la arrogancia de quien se las sabe todas, sin olvidarnos de esa virtud maravillosa de ser humildes… ¿si me explico?
Al sólo pensar en esto vienen a mi memoria varios correos que refieren a ir cerrando círculos, quemando etapas y superando momentos, entiendo que la práctica no es fácil, tanto por experiencia propia como por la ajena. Soy de los que piensa que si bien podemos aprender mucho de nuestras vivencias pues también podemos construir mucho con las del vecino, y esto no sólo aplica en nuestro ámbito personal o familiar, también engloba a un país, a una gerencia, a una empresa, a un gobierno…
Ha rodado mucha letra al respecto, y tal vez poco se hace énfasis a un punto de partida o un mensaje clave; a mi juicio para lograr el entendimiento, una verdadera madurez, y en favor de nuestras mejores relaciones debemos comenzar por poner en práctica e internalizar el “colocarse en los zapatos del otro”, o lo que es lo mismo, ubicarnos en la posición de quien tenemos a un lado, en frente, en fin, sea cual sea la circunstancia, entender al otro; es la aplicación de lo que muchos especialistas denominan “inteligencia emocional”.
Y quiero explicarme bien, no se trata de alterar nuestra opinión, nuestros puntos de vista, no necesariamente significa la renuncia a nuestros principios, pero sí muy seguramente podremos mejorarle el enfoque de manera tal que incluya, que entienda y que hasta pueda anticipar, el punto de vista que estamos o que nos está cuestionando, ahí estaremos expresándonos mejor y consiguiendo, sin imposiciones, que el otro comprenda y maneje también la situación, sin lugar a duda todo esto va a redundar en nuestra propia satisfacción y dichosamente nos sentiremos felices con nosotros mismos, obtendremos lo que se conoce como una “victoria interna”.
Nada logramos, nada conseguimos enfocándonos muy orgullosamente con un solo punto de vista, el efecto que se va a lograr es diametralmente opuesto porque entonces nace un enfrentamiento, una discusión, de esas acalorantes que concluyen en una molestia, una incomodidad, un roce y hasta una ruptura; donde se pierde mucho y donde poco se gana Sé que muchos dirán: …pregúntamelo a mí…!!! y debo decir que el error no sólo ha estado del otro lado, éste es generalmente compartido.
Y ojo, no se trata de dejar de sentir orgullo por lo que pensamos, se trata de entender primero al otro (para eso hay que “escuchar”, que es muy distinto a “oír”) así lleguemos a sentir que sus palabras o acciones nos agreden, nos insulten, nos irrespeten y pretendan restarnos valor. Al entender primero al otro prepararemos mejor nuestra opinión, nuestra respuesta y la base de nuestro comportamiento, dominaremos el escenario, manejaremos mejor la situación. Así, el orgullo propio estará bien alimentado e inclusive el éxito ganado podrá incluir un reconocimiento y respeto que nos distinga como personas de buen o amplio juicio.
Esto es en dos palabras sentido común, es pensar en diversas posiciones y consensuar, no es doblegar, no es ponernos rígidos, es usar nuestra inteligencia a favor de todos, es tomar altura sin llegar a la arrogancia de quien se las sabe todas, sin olvidarnos de esa virtud maravillosa de ser humildes… ¿si me explico?